Las cuevas de los últimos neandertales

 



En la cara Este del Peñón de Gibraltar se encuentra un conjunto de cuevas que, por su importancia, ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Se trata de las cuevas de Gorham, Vanguard, Hyaena y Bennet. Según las investigaciones realizadas, fueron uno de los últimos lugares donde se refugiaron los neandertales antes de su completa extinción hace unos 30.000 años. Allí se han encontrado restos que nos hablan de su forma de vida, su alimentación, del uso de plumas de aves como adornos personales e incluso grabados que nos demuestran la existencia de un pensamiento simbólico de esta especie humana que precedió al Homo sapiens en la colonización de estas tierras.




          Debido a su extrema fragilidad arqueológica y ecológica las visitas tienen un limitadísimo cupo anual y recientemente se han habilitado unas plataformas desde donde se pueden observar de lejos las cuevas sin interferir en su delicado equilibrio. Otra opción es hacerlo desde una embarcación y nosotros optamos por esta otra.




          Salimos de Puerto Chico, en La Línea, en un veterano y curtido velero bordeando la cara Oeste del Peñón. Una vez pasada la verde de la escollera, dejando por popa la pista del aeropuerto y la entrada por mar a Ocean Village, enfilamos el puerto de Gibraltar. Al poco de dejar atrás el Detached Mole del puerto, divisamos a un grupo de delfines comunes que parecen querer saludarnos y nos acompañan un trecho hasta que desaparecen tan sorpresivamente como aparecieron. Un grupo de pardelas cenicientas, además de las residentes gaviotas patiamarillas, descansaban próximas a nuestra derrota.




          La torre de la mezquita nos indica que nos acercamos a la parte Sur del Peñón y al poco tiempo se nos hace visible el faro de Punta Europa. Este día nos acompañaba un suave viento de Levante que nos entraba por el través de babor. Una vez sorteada la punta, a la que hay que dar un buen resguardo de seguridad, viramos al este, encontrándonos el viento de cara por lo que se impuso un tramo de navegación en ceñida, hasta que una nueva virada al norte nos colocó en posición ventajosa con el viento entrándonos por la banda de estribor.




Así nos fuimos acercando a las cuevas, manteniendo por supuesto la debida distancia y pudimos disfrutar del espléndido espectáculo que ofrecen en el borde del mar y esos imponentes farallones que las coronan hasta la cumbre. En la época en que estas cuevas fueron habitadas por los neandertales la orilla del mar se encontraba a más de 4 km. de distancia, y el terreno circundante era como una marisma parecida a lo que hoy en día es Doñana. Se nos hace difícil y extraño de comprender viendo la facilidad con la que se desplaza nuestro velero en el mar profundo actual que las circunda.




En días claros, la visita se complementa con las esplendidas vistas de la costa sur  española, las montañas de Ceuta y Marruecos, destacando la mole del Jebel Musa y, con un poquito de suerte, incluso nos podemos topar con algún ejemplar de Cormorán moñudo saliendo de las cuevas o con el incomparable encuentro con un Rorcual común en su paso migratorio entre el Mediterráneo y el Atlántico.




 



Comentarios