El arroyo del Prior

 


Llega el tórrido verano a nuestras latitudes y con él viene también ese calor pegajoso que hace que cualquier ruta por nuestro bosque mediterráneo se convierta en una auténtica proeza digna de algún tipo de exploradores tropicales. Aún así, algunos nos resistimos a abandonar el contacto con nuestros preciosos parajes y buscamos entonces recónditos rincones donde el correr de los arroyos y la lujuriosa vegetación circundante nos hace olvidar, en parte, la dura época estival que acabamos de estrenar.



          
Uno de estos paradisiacos lugares es el arroyo y canuto del Prior, en la sierra de la Palma. La ruta comienza en el lugar más alto de Benarás, en el término municipal de Los Barrios. El inicio de esta ruta está algo escondido y se trata de una pequeña angarilla semioculta por la vegetación. Hay que prestar atención al recorrido porque es un sendero sin señalizar y con una cierta dificultad para seguirlo si no conoces la ruta y, por ende, con mayor salvaje encanto. A pesar de ello podemos encontrar de forma esporádica algunas marcas e hitos de piedra.




          Comenzamos atravesando un alcornocal que nos lleva a un sendero, la Vereda del Mesto, que, en un determinado punto, se encuentra con el arroyo y atraviesa éste por un pontón de hormigón. Una vez pasado el arroyo, justo a la derecha del pontón, comienza la subida por el canuto del Prior. A partir de ahora el rumor del agua rompiente y la tupida vegetación propia de estas formaciones botánicas, propias de nuestros montes, nos acompañaran en todo el trayecto. La cubierta vegetal se hace muy densa y podemos observar, alisos, avellanillos, zarzas, hiedras, lianas, ojaranzos, etc. Los helechos alcanzan un porte que sobrepasa, en algunos casos, la altura de una persona, llegando en ocasiones a alcanzar los dos metros. El sonoro canto de las aves que habitan en este privilegiado entorno con acompañarán en todo el recorrido.



          
El arroyo va sorteando el desnivel de la montaña formando preciosos saltos de agua de diferentes alturas. Especialmente hay dos de ellos que destacan por su altura y belleza, formando, al pie de su caída, profundas pozas en las que los más atrevidos se lanzan para darse un chapuzón y aliviar el calor que suele hacer en esta época del año.




          Si nos quedan fuerzas y ánimos para seguir ascendiendo, nos adentraremos, abandonando la frescura del arroyo, en el Collado de la Albarda, desde donde podremos disfrutar, si la meteorología nos es propicia, de espectaculares vistas de la Bahía de Algeciras al este y si miramos al sur, a lo lejos, veremos los perfiles de las sierras del Bujeo, Luna y Ojén.




 

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