Canuto de Risco Blanco
Uno
de los muchos y diferentes lugares mágicos de nuestro Parque Natural de los
Alcornocales es el Canuto de Risco Blanco. Allí, el arroyo ha labrado año tras
año un hermoso y estrecho valle, donde crece una exuberante vegetación relicta:
la laurisilva, de la que ya hemos escrito en anteriores colaboraciones.
El ascenso se inicia pasando una cancela y la pendiente en
algunos tramos es bastante acusada. Entramos en un extraordinario quejigal
cubierto de plantas epífitas y cuyas formas de candelabro nos permite recordar
el uso racional que hacían del bosque los antiguos habitantes del mismo, ya que
estas formas se deben a la poda de las ramas para aprovechamiento como leña y
carbón. Un poco más arriba, el bosque empieza a cambiar y comenzaremos a ver
alcornoques y acebuches. Desde el mismo carril se puede observar una gran peña arenítica
blanquecina que destaca por su claridad y enormidad y que da nombre al arroyo y
al valle.
Una vez en el arroyo, podemos entrar en el canuto, la
formación típica y exclusiva de nuestro Parque que consiste en un curso de agua
con un bosque galería formado por una vegetación lujuriosa preglaciar que
contrasta fuertemente con el bosque mediterráneo circundante. La palabra canuto
parece que en lenguaje mozárabe significaba tubo, de ahí el nombre, por la
semejanza de la formación con esa determinada estructura. Aquí las especiales
condiciones de temperatura y humedad ambientales han permitido resistir a la
laurisilva y nos encontramos con especies tales como fresnos, alisos,
avellanillos, ojaranzos y multitud de helechos, destacando en esta zona las
masas de helecho macho peludo. Al llegar a una zona elevada donde confluyen
multitud de arroyuelos cambiamos de margen en el arroyo y comenzamos la bajada,
buscando la pista que nos llevará al mismo lugar del comienzo.
Unido al enorme interés ecológico de esta zona podemos
destacar asimismo el antropológico, etnográfico y cultural, pues podemos
contemplar algunos testimonios de la vida de los antiguos habitantes de este
bosque mágico como son las viviendas de techo vegetal llamados en la comarca
“moriscos”, restos de hornos, alfanjes y boliches, que nos muestran la forma
racional de obtener del bosque habitabilidad, alimentos, leña y carbón de
manera sostenible y respetuosa con el medio donde vivían.
Sin lugar a dudas es uno de los canutos más bonitos y
espectaculares del Parque. La travesía se puede realizar en unas dos horas no
revistiendo demasiada dificultad y transcurre por pistas y senderos. El
desnivel aproximado es unos 250 metros.
Insistimos en la delicada fragilidad de estos enclaves lo
que exige al visitante una exquisita conducta de respeto y comportamiento
cívico ante estas maravillas que la Naturaleza nos ofrece.
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